Los Desafíos del Movimiento

El aspecto laboral dentro de la sociedad es una rueda de la fortuna, un flujo constante de cambios que van llegando mientras la vida continua su ciclo. En cada oficio, anualmente la competencia aumenta y es necesario poseer diversas habilidades: blandas, emocionales, cognitivas, sociales, entre otras; para demostrar excelencia y/o validez laboral. La humanidad sigue en aumento, la competencia sigue creciendo.

El crecimiento poblacional sigue siendo rápido: cada año nacen 134 millones de personas y mueren 58 millones. La diferencia radica en el número de personas que añadimos a la población mundial en un año: 76 millones.

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El cine es una carrera anhelada: una profesión que, en la actualidad, ha captado decenas de estudiantes en la búsqueda de un oficio que les permita expresarse y no ligarse a la estructura de los trabajos tradicionales. Sin embargo, los típicos clichés como «no vas a poder vivir del arte» son frecuentes. Y más allá de eso, costear una carrera artística no es económico.

Ruby Chasi, cineasta recién egresada, menciona que su pasión por contar historias hizo que la carrera de cine le atrajera. Sin embargo, su familia no tenía los recursos necesarios para costear sus estudios, por lo que, desde el colegio, se esforzó para mantener un promedio que le beneficiara para poder acceder a una beca. Y así lo hizo: ingresó a la Universidad San Francisco de Quito con una beca, donde obtuvo los conocimientos necesarios para enfrentar el trabajo cinematográfico.

Sin embargo, la educación para futuros cineastas no siempre es la ideal, Aisha Maldonado y Martina Aulestia, estudiantes de segundo semestre de la Universidad de las Américas, mencionan que los profesores tienen algunas falencias en sus métodos de enseñanza. Después de todo, la mayoría son cineastas que no se han formado en docencia. En sus palabras: “muy cineastas, muy poco profes”, sus enseñanzas vienen de sus experiencias propias, dejando entrever que, a nivel nacional, aún se está construyendo una metodología propia para enseñar cine.

No obstante, las enseñanzas de los profesores son importantes para aprender cómo enfrentar un rodaje: «el cine se aprende haciendo», mencionan. Los estudiantes se vuelven autosuficientes y empiezan a formar sus equipos de trabajo para desarrollar sus conocimientos y, así, cumplir los retos del oficio. Estudiar arte a nivel superior no asegura prestigio, pero sí permite «encontrar empleo».

El hecho de conseguir la graduación se debe a la realidad del mundo profesional, que impone la necesidad de un título de tercer nivel como condición laboral. Esta exigencia está presente desde las aulas: los profesores, eventualmente, pueden ser contactos y posibles empleadores. Por ello es importante demostrar en el aula habilidades y capacidad de respuesta al desafío del arte cinematográfico. Esta realidad cruza, en su mayoría, a todo el quehacer artístico, sin descartar que es igual de común en otros espacios académicos.

Las instituciones de formación en donde se puede estudiar cine en el Ecuador, en orden de creación, son:

En estos espacios, se busca dotar de las bases necesarias a alumnos y alumnas, para que puedan enfrentar el quehacer cinematográfico. Cada institución tiene su particular forma de enseñanza.

Juan José Luzuriaga, sonidista y docente, comenta que institutos como el INCINE pueden flexibilizar en la malla curricular, las horas prácticas de lo técnico; mientras tanto, en las universidades tradicionales las horas académicas deben ser cumplidas según la normativa estatal. Sin embargo, Juan José Luzuriaga menciona que, desde su punto de vista, no importa de qué universidad se egrese: el trabajo es valorado en set y, si no cumple con lo esperado, simplemente no se toma en cuenta al postulante.

Luis Moreira, montajista, diseñador de efectos especiales y docente.
Comenta la forma de operar de los institutos y las universidades.

El cine es un arte colectivo que amalgama a todas las artes. Por ello, requiere de diferentes talentos para su realización. Se piensa que la preferencia de quienes estudian cine es convertirse en directores; sin embargo, existen múltiples universos donde los estudiantes puede desarrollarse: guion, fotografía, actuación, sonido, montaje, dirección de arte, diseño de vestuario, maquillaje, efectos especiales (FX), escenografía y más. Esta realidad hace, de cada película, una convocatoria.

Joce Deux, explora el mundo literario del cine, el guion.

Juan José Luzuriaga, explora al olvidado sonido y su importancia.

Camila Galarza, asistente de dirección, menciona que el networking es clave en todas las profesiones; pero en el cine, es vital: «Si no te haces conocer es muy poco probable que quieran trabajar contigo». Sophie Castro, futura directora de arte, menciona que «se filma con tu gente». Es difícil que entre gente nueva porque, al conocer el ritmo de trabajo de alguien, te acomodas a ello. Ruby Chasi ratifica el trabajo en círculos cerrados y comparte la pregunta, cuando alguien nuevo entra: «¿Qué hace aquí?»

El cine es un trabajo ingrato, mencionan Marx Corella y Ricardo Sempértegui, cineastas y trabajadores de Radio Cocoa. El cine en el Ecuador es un espacio laboral en el que se sacrifica más de lo que se gana. Diego Ortuño, director y docente, menciona que siempre el cine se empieza con autofinanciamiento. En su caso particular, encontró la vialidad de empezar a hacer cine en el 2007 con la Ley de Cine.

La realización cinematográfica exige una considerable inversión, tanto económica como de tiempo. Los rodajes aproximadamente rondan las 12 horas de trabajo, que muchas veces se suelen alargar a 16 por temas de financiamiento. No obstante, las horas extra no son reconocidas. Son «gajes del oficio», piensan los cineastas más jóvenes, cuya vitalidad les permite sentirse satisfechos con que se cubra transporte y comidas.

Sin embargo, los cineastas que han formado una familia han cambiado sus necesidades: «Durante un rodaje no tienes vida, son 16 horas fuera de casa, por 6 días a la semana, durante 4 semanas», menciona Juan José Luzuriaga, que ha sacrificado su gusto por grabar sonido directo por pasar tiempo con su familia.

Tito Jara, director y productor, opina que desde la acción gremial se han conseguido triunfos en cuanto al quehacer cinematográfico: horas normadas, hora de comida. Sin embargo, aún hay cosas por conversar y se debe encontrar una manera de regular a los trabajadores del audiovisual.

Ecuador es un destino fílmico ideal. Sophie Castro comenta que no hay limitaciones para filmar en el territorio nacional: no hay que pedir demasiados permisos. Sin embargo, no hay una acción gremial que gestione estas actividades para atraer a productoras extranjeras.

Sin una política y sin condiciones país para atraer inversiones cinematográficas, los cineastas han buscado oportunidades fuera del país para exhibir sus obras. Los circuitos de festivales internacionales se han convertido en espacios para hacerse conocer, menciona Ruby Chasi, ya que “ser creativo aquí es muy duro, sin apoyo económico extra”.

Esta precariedad para el arte cinematográfico ha ocasionado que los cineastas se adapten a otros oficios para poder sobrevivir. Luis Moreira comenta que el trabajo más estable dentro del cine es ser docente. Otros cineastas, además de ser docentes, se abren caminos como freelancers, dedicándose a la publicidad u optando por abrir negocios y emprendimientos propios.

Una de las formas por las que los cineastas acaban perdiendo la oportunidad de rédito económico es el robo de datos e información en el internet. El Dr. Franklin Barriga Bedoya, abogado, comenta los mecanismos legales por los cuales las obras cinematográficas deben ser protegidas.